Jesús afirma que el primer y más importante mandamiento consiste en amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas, lo que equivale a amarlo con la afectividad, con la voluntad y con la inteligencia, es decir, de manera total. Para ello podemos apoyarnos en la oración mental, en la oración contemplativa y en la mortificación.